Desde hace dos semanas que mi tiempo en el lugar de trabajo es más largo de lo que debiera. Lo que me provoca mucho hastío por no disponer de un buen rato para el goce de mis asuntos personales.
Y como añoro aquellos maravillosos días en que disfrutaba de pleno de mi tiempo sin tener que acudir, al filo del reloj, a mis obligaciones.
Harta de esa disléxia horaria que no me deja vivir, de los días libres de quita y pon, de la lucha por los derechos laborales, del constante ajetreo laboral, de los minutos libres contados a golpe de despertador,...