"(...),
una estética que se repita a sí misma puede convertirse en vieja fórmula
incluso antes de nacer, aunque en este terreno no creemos que haya graves
problemas, porque Wong ha demostrado que su búsqueda sobre el lenguaje no se
detiene y en cada film arriesga de nuevo. Sin embargo, hay ciertos sacrificios
en la linealidad, a la facilidad de la lectura (...) que pueden forzar un
discurso más orientado a la rentabilidad comercial".
Francisco Javier Gómez Tarín.
"Wong Kar
Wai. Grietas en el espacio-tiempo"
No hace muchos meses, cuando mi pareja me llevó a ver "The
Grandmaster", tenia curiosidad por saber si el director hongkonés
volvería a sus raíces; es decir, a su forma de hacer cine. La verdad es que "My
Blueberry Nights" no terminó de convencerme. Para mí, fue un intento fútil
de contarnos algo bajo el discurso hegemónico occidentalizado. Eché de menos el
elenco habitual - Tony Leung, Maggie Cheung, Faye Wong, Carina Lao, etc. Aunque
si puede apreciar algunos de los estilemas, marca de la casa WKW: el plano
corto, la cámara testigo, la ralentización, las texturas y la mano de Doyle -
el director de fotografia.
De todos es sabido que "2046" y "In the mood for
love" són mis obras poéticas por excelencia, sin desmerecer a la
nocturna "Fallen Angels", "Happy Together" y
"Chungking express". Aún así, "Grandmaster" -
La leyenda de Ip Man- , me sorprendió, para bien.
La posibilidad de ver una proyección de Wong Kar Wai en el multisalas de un
centro comercial, ya me parece inverosímil, a estas alturas, si ustedes
recuerdan la evasión de los espectadores, apenas empezada "2046".
Mi efecto de extrañamiento no es provocado por las artes del director asiático
sino por encontrar la sala de cine medio llena y con público infantil. Para mis
adentros pensé, - Si WKW, no me defrauda, la mitad de los espectadores
abandonaran la sala, tarde o temprano. No saben lo que van a ver.
Si bien es cierto, los espectadores acudían a la sala para ver una cinta de
artes marciales, però yo esperaba algo más. Ese algo, nada tiene que ver con
entender, al detalle, el argumento del film sino más bien en recobrar el "Sense
of wonder" que descubrí la primera vez que vi la obra de WKW - 2046
- y el contado público creía que iba a ver una peli sobre el futuro.
Aviso para navegantes, la obra del director hongkonés es compleja y no se
entiende la primera vez que se visiona. Para mi entender, aquí reside el efecto
de extrañamiento - Qué hemos visto? y la formación del sentido crítico más profundo.
Los estilemas – la mirada cinematográfica
no institucionalizada – generados a
partir de marcas estéticas y discursivas propias, pretenden distanciar al
público de la forma hegemónica de hacer cine, sin renunciar a la creación de un
discurso con múltiples interpretaciones y dotado con una fuerte carga de transmisión
de sensaciones. En este caso, algunos de los rasgos permanentes en la obra
cinematografia de Wonk Kar Wai – la ralentización, la mirada omnisciente con la
cámara testigo, los planos cortos/
emblema con voluntad retórica y ausencias de clausura o el plano suprimido (elipsis)
desestabilizan al espectador abnegado por entender cada detalle de la obra,
suprimiendo el goce de los sentidos provocado por la musicalidad, la fotografía,…
Así pues, en un arranque de poca paciencia el público acaba por abandonar la
sala. Esta vez tampoco me equivoqué y eso sólo puede significar que yo estaba, una vez más, embelesada delante de la gran
pantalla, agradecida por el retorno de mi director predilecto, satisfecha identificando
los preciados valores de su obra que pocos ven.
Aunque en este caso no contamos con el ente visionario Christopher Doyle que
hacia maravillas con la fotografía y la escenografía (Véase la mítica escena de
“In the mood for love”) , la mano de
WKW es indiscutible en los encuadres, los planos, así como el protagonismo de
los espacios, las texturas y el attrezzo.
La creación de entornos, tal y como es concebida por el director, tiene un
sentido. El humo, las bombillas, las luces, las paredes y la lluvia tienen una
materialidad efímera y no duda en crear poesía con estos elementos,
reconocibles también en su último film.
Finalmente, “Grandmaster” no podía
empezar mejor que en un ambiente lluvioso con nuestro protagonista y mentor practicando
las artes marciales. Ip Man no podía
estar mejor interpretado que por nuestro Tony Leung, acompañado de Zhang Ziyi,
maestra en estas artes, tal y como demostró en
“La Casa de las Dagas Voladoras”
(2004), de Zhang Yimou. Pero recuerden, no están viendo una cinta de artes
marciales convencionales, sino una obra interpretada como propia, con rasgos de
marca WKW, trazos de lo biográfico y lo aprendido en anteriores creaciones.