Una extraña nostalgia recorría mis venas. Esa
sensación no era agradable, sino que iba ligada a las preocupaciones de esta etapa
vital, a ritmo sincopado. De repente, me vi envuelta de recuerdos y me encontré
pensando en otro momento de mi vida.
Éramos jóvenes y,
algunos, podían disfrutar de la época estival, después de terminar los estudios
de bachillerato. Empujada por mis amigas,
fui a la playa, sin ganas. Para mí, todo aquello, no era una
celebración y me aislé de la marea de
hormonas, los baños de sal marina y
todas las actividades playeras.
Las invitaciones y las conversaciones de los demás,
no me interesaban, en absoluto. Me sentía en un mundo aparte, mentalmente y anímicamente
lejos de mis amistades. Tenía otras
preocupaciones bastante importantes, en mi vida. Además barruntaba una mala noticia,
esperada, fruto de mi poco esfuerzo y
falta de concentración, para el último curso. Manifestaba un callado espíritu
rebelde y la música, en los walk-man,
no hacía más que acrecentar ese estado de ánimo.
Mis compañeros, se
cansaron de increparme y yo seguí con los cascos puestos, durante todo el
trayecto ferroviario. Aun así, esta
circunstancia, no me impidió darme cuenta de lo que ocurría a mi alrededor. Subiste,
a medio camino, con libros entre las manos, acreditando tu preparación para la prueba
de selectividad…
A pesar de mi aire de
rebeldía, noté tu presencia. No sé si me miraste, … quizás, me saludaste…
Aquí terminó mi ensoñación
y, más tarde, me puse a trabajar, recuperando el hilo musical de aquel día, con
un regusto agridulce.